Un grupo de niños vendedores ambulantes se reunieron, juntaron entre todos dinero para poder servirse una pizza y un plato de papás fritas, lo estaban disfrutando cuando de pronto entró el niño de suéter negro con blanco y se acercó a venderles caramelos.
Mi sorpresa fue observar cuando lo invitaron a que se sentará a comer con ellos sin conocerlo.
La sencillez, humildad y amor al prójimo en su máxima expresión.
Niños sin cámaras, sin redes sociales, sin afán de impresionar a nadie.