A principios del siglo pasado había una mujer de edad media que se murió de hambre en una de las ciudades americanas más grandes en la costa del este. Había vivido sin dinero en las calles por muchos años, dependiendo de lo que la gente le regalara. Pasaba la noche sobre montones de periódicos y trapos viejos en un callejón. Debido a la forma en la que vivió, su muerte no sorprendió a nadie.
Su muerte pudo haber pasado inadvertida, si no hubiera sido por lo que se encontró escondido en el forro de su abrigo que usaba todo el año, negándose a quitárselo hasta en los días más calurosos. Entre los forros de su ropa, el abrigo cubría una gran fortuna, montones de billetes de cien dólares estaban amarrados y cosidos con cuidado adentro del forro. Durante todos esos años, esta excéntrica mujer se había literalmente dormido en su fortuna viviendo sin poder cubrir siquiera las necesidades más básicas.
Esta rara noticia llegó a los periódicos. En unos cuantos días se supo que ella había pertenecido en alguna época a la alta sociedad, y que era la hija única de un famoso banquero de una ciudad lejana. De acuerdo al vocero de la familia, ella desapareció varios años atrás y aunque se hizo todo por encontrarla, nunca la encontraron. La familia pensó por años que ella había muerto.
Nadie en su familia sabía que ella vivía, ni cómo había vivido hasta su muerte, ni sabían ni entendían por qué había elegido dejar esa vida de lujo y confort. El dinero que encontraron en sus ropas era legítimamente de ella; el vocero de la familia atestiguó ante las autoridades y la prensa que el total era la cantidad exacta que ella había retirado de su cuenta personal el día antes de su desaparición, él no sabía por qué ella no lo había usado.
Existe la posibilidad que habiendo crecido rodeada de riquezas, recibió tantos mensajes erróneos acerca del dinero que esto torció completamente su percepción. Quizá consideraba ella que el dinero tenía mayor valor para cubrirse del frío.
O quizá simplemente creyó que al separarse de su familia, también se separaba de la fuente de su riqueza y por lo tanto tenía miedo de gastar el efectivo, temiendo que no lo podría reemplazar. El miedo que tenemos de perder algo y el confort que sentimos son las principales razones por las que muchos de nosotros no podemos soltar.
En realidad, no hay forma que ninguno de nosotros sepamos porqué vivió ella como vivió.
Cualquiera que hayan sido sus razones, y sin importar lo dañino que pudo haber sido para su propio bienestar y lo ilógico que aparenta ser para el resto del mundo, ella vivió como vivió porque realmente pensaba que era la única forma en la que podía vivir y en realidad no es la
la primera persona en comportarse de manera tan bizarra en cuanto al dinero con patrones y creencias erróneas.
Cada uno de nosotros está cubierto en riquezas. Tenemos tanto dinero a nuestro alrededor como esa mujer demente usando un abrigo con forros de dinero. Sabemos esto por la Física Cuántica. Por más de un siglo los científicos han sabido que el Universo completo y todo lo que hay en él, en sus orígenes básicos, se compone realmente de billones y trillones de bolsas subatómicas de energía que vibran todas juntas. Nada es realmente sólido. Nada es lo que parece.
Todo lo que creemos, hablamos y sentimos tiene su propia frecuencia de vibraciones atrayendo bolsas de energía similares y regresándolas a nuestro mundo.
Cuando pensamos en el dinero, enviamos partículas vibratorias de energía que buscan partículas similares y ellas se unen para formar lo que asociamos con el dinero. Si pensamos que el dinero está escaso, esa es la experiencia que se nos regresa. Si pensamos en nosotros como bendecidos abundantemente con una fuente infinita de riquezas, entonces como en el primer ejemplo, esto se vuelve nuestra realidad.
El dinero no está hecho de energía; es energía, energía pura que responde a nuestros pensamientos. El único valor que el dinero tiene es el que le asignamos. Siempre está presente, como todo lo que podríamos necesitar o desear, simplemente esperando en la forma de energía, listo para responder a nuestras órdenes. Vendrá o se irá, dependiendo de nuestra atención.
Esencialmente, el dinero está, en todo momento, más cerca de nosotros que el forro de la ropa que usamos. Nuestro trabajo no es llamarlo hacia nosotros, sino recordar que ya está aquí.
*La Acción del Día*:
Lee tu Plan de Negocio para la Prosperidad y las once cosas de tu lista de Agradecimientos.
*Coloca* tu cuota de dinero del día de hoy en tu contenedor y lee la afirmación que está en el contenedor tres veces. Espera recibir algo en regreso.
*Bendice* a todos los que están a tu alrededor, incluyendo a los otros participantes en este experimento. Imagina como aquellos a quienes bendices prosperan y se rodean del bien. Entonces bendícete a ti mismo e imagina lo mismo. Puedes continuar bendiciendo a la persona o personas en tu lista de bendiciones.
*El Pensamiento del Día*:
«La abundancia no es algo que adquirimos. Es algo con lo que nos sintonizamos.»
-Dr. Wayne Dyer
*La Afirmación del Día*: